lunes, 5 de marzo de 2012

SOBRE Cómo Y Por qué TUVE QUE PONER TITULO A UN CUADRO

Desde hace tiempo me ha interesado el juego de lo reflejado en superficies transparentes para llevarlo a la pintura, en mi caso a través de la acuarela casi siempre, estas superficies se convierten en un punto intermedio de realidades opuestas y enfrentadas que se reúnen en un solo plano visual.
Reflejos de imágenes efímeras, que los son gracias al movimiento continuo de la luz, que junto a lo que se ve tras el cristal, la ventana, la superficie; se nos muestra como una imagen nueva, verdadera, fotográfica y ficticia, en un espacio intermedio entre dos lados, travesura entre lo material y lo inmaterial
En una visita a la sala de exposiciones de la Catedral de Jaén, me sorprendió mucho la sala - era la primera vez que entraba- y tal vez como complemento a las excelentes obras expuestas, me fascinaron las vistas hacia el interior de la Catedral, ya que la sala está en una planta superior. Imagen imponente que apreciaba a través de balcones acristalados donde confluían una suerte de elementos interiores en una atmósfera sagrada y silenciosa y de elementos exteriores y profanos.
Imágenes que me sedujeron y como suele suceder, me dirigen a interiorizarlas, a apropiarme de ellos, a través del quehacer pictórico y del juego creativo. Me sitúan en otro espacio que es también intermedio entre la imagen dada, elegida y el resultado final. Lugar donde transcurre el conflicto constante de idas y venidas, de saltos y de reservas.
Una vez concluida la obra, los reflejos evidenciados en el papel , en la acuarela dan una nota que al no identificarse como tal pueda ser no comprendida. En un principio me agrada este juego, llama la atención un elemento extraño que puede escaparse de los demás elementos de la composición sin ser interpretado. Quizás sea difícil de ver o entender el dialogo entre mundos opuestos cuando están en un mismo espacio que les fuerza a intervenir el uno en el otro.
Muchas veces me he ayudado del título para dar pistas para que el espectador pueda conformar y darle sentido, pues si esto no sucede, es habitual que la mirada cambie a otro espacio sin detenerse.
Ahora también pienso en un título, busco significados conceptuales sobre el reflejo, pienso en urnas (me parece que la catedral se ha convertido en una), pregunto a amigas y amigos para ver si es necesario un título aclarativo. Me canso de ello y no le doy importancia, pero sigo pensando, no estoy seguro y en estos devaneos recuerdo una pregunta que me hicieron periodistas en un pueblo de Madrid a raíz de una exposición: ¿Qué quiere usted decir con su pintura?. Pensé antes de responder que pintaba porque me gustaba, me pareció una respuesta desencajada en una pregunta tan trascendente y le contesté que era una manera de reconocer y elabora lo que me rodea.
Transcurre el tiempo y en la reflexión me pregunto por qué hago esto y no otra cosa.

“Reflejos de una realidad divina. Interior de la Catedral de Jaén”
El juego de reflejos exteriores en el cristal crea un espacio ilusorio y real al mismo tiempo, espacio en donde se detiene la mirada. Visión materializada que el cristal no deja pasar manteniéndola en una superficie plana, fría, sin posibilidad de atravesarla. Reflejos de luz en movimiento compiten con una arquitectura imponente también alojada en el cristal, que ha venido, se ha desplazado, igual que la luz, a entablar un dialogo en una misma zona ajena y compartida que se evanesce en luz, en movimiento, en ilusión.
Juego sutil de contrastes; oscuridad y luz; apariencia y realidad; orden y desorden; interioridad y exterioridad, de interrelaciones en un mismo espacio o superficie en una especie de conflicto y ansiedad.
Y vuelvo a pensar que igual no es casual, que no pinto porque si, no es el primer trabajo en donde se interrelacionan contrastes opuestos, miradas deconstructivas para volver a construir otro escenario, mi espacio.
A veces pienso…
Nicolás Angulo